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27/04/2024

El talento: mayor desperdicio en las paraestatales aeronáuticas militares

Juan A. José / Miércoles, 28 Febrero 2024 - 01:00

Murió recientemente, en mi opinión en circunstancias que dejan muchas dudas, el académico, economista y en su momento político mexicano Carlos Urzúa, uno de los más destacados talentos que desperdició la mal llamada Cuarta Transformación, movimiento político que, ha quedado claro, logró surcar los seis años del mandato popular que los mexicanos dimos a su líder, el actual presidente Andrés López, conocido más bien como AMLO, luego de haber negociado con los militares mexicanos muchas lucrativas concesiones con tal de que no le complicasen el panorama, inclusive a nivel de un posible golpe de estado y que caracterizan lo que a muchos connacionales nos parecen claras evidencias de una innecesaria militarización del país.

En mi opinión, aún más que los recursos financieros, el talento es el mayor desperdicio que una organización pública o privada puede hacer. Y es que cualquier clase de recurso gestionado por gente con talento contribuye a cumplir con su objetivo, mientras que lo contrario se convierte en un despilfarro de recursos, tal y como está ocurriendo en el seno de las empresas paraestatales aeronáuticas militarizadas a cargo de la Secretaría de Marina, pero muy en especial de la Secretaría de la Defensa Nacional con la cual, quien firma esta columna tuvo esa relación formal que le otorga sustento a los comentarios que vierte, por ejemplo en torno al tema en comento.

Y es que desde un par de contadores de uniforme militar que una y otra vez intentaron que las cosas se hicieran de manera correcta con las finanzas de emprendimientos como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, por sus siglas AIFA, y el Grupo Aeroportuario, Ferroviario, de Servicios Auxiliares y Conexos Olmeca - Maya – Mexica, por sus siglas GAFSACOMM; desde un brillante joven administrador chetumaleño que entregó su alma en pro de que esta última entidad contase con los manuales adecuados; desde otro par de sólidos profesionales de la ingeniería aeronáutica mexicana que se esforzaron en que en las paraestatales del GAFSACOMM, incluyendo la nueva aerolínea, fueran las decisiones congruentes con la normatividad aeronáutica civil, nacional e internacional y hasta quienes intentaron poner con su poca o mucha experiencia y conocimientos un grano de arena para construir, “como Dios manda”, dirían los creyentes, aquello que nos era ordenado integrar, invariablemente se encontraron con los muros que la ignorancia, prepotencia, cerrazón, intolerancia, burocracia, injusticia e intereses personales no solamente de altos mandos castrenses sino de algunos serviles colados procedentes del ámbito civil, para los que principios tan elementales en lo aeronáutico, como aquel que versa sobre la seguridad operacional les tienen sin cuidado a la orden de tener que priorizar el cumplimiento de una orden superior sobre cualquier otra consideración, contribuyendo a los malos resultados que están exhibiendo por ejemplo el propio AIFA, la nueva aerolínea y de manera notable el Tren Maya, mismos que están siendo asumidos por los contribuyentes mexicanos y por la tierra en la que habitan.

Es así que esta columna va dedicada a todos ellos, por cierto decenas, si es que no centenares, quienes, me consta, aun contrario a sus principios, intentaron retribuir a la nación de cuyo presupuesto emanaban sus salarios con labores que contribuyesen, hasta donde ello fuese posible, a que los caprichos presidenciales respaldados por las fuerzas armadas mexicanas no le hagan un mayor daño al país de lo que de por sí le están haciendo. No menciono nombres, pero muchos de ellos son mis lectores y saben a quienes me refiero.

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